Eduardo
Pimentel: Un hombre que vivió su pensamiento
23/08/2011 plazademayo.com
Por Paula Pimentel (@algohabredicho)
El 9 de agosto se cumplieron 27 años de la muerte de uno de
los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos, Eduardo Pimentel. Hace 2 años, cuando se cumplieron
los 25 años de su partida, lo homenajeamos en el Teatro San
Martín.
Farinello y Eduardo
Pimentel
“Alguien me dijo al entrar: ‘Acá hay toda gente buena’”,
contó Pablo Pimentel durante la apertura del acto en
homenaje a su padre, Eduardo Pimentel, a 25 años de su
muerte, llevado a cabo el pasado 6 de agosto en el Centro
Cultural General San Martín.
Es que Eduardo Pimentel no podía menos que convocar almas
nobles y luchadoras durante y después de su muerte. “Eduardo
armó una familia grande, con ocho hijos, nietos, bisnietos,
pero también armó una familia social, de compromisos y
valores, y se demuestra con la presencia de todos ustedes”,
dijo Pablo a las alrededor de 200 personas que colmaron la
sala. “Mi padre fue una luz que no se puede poner debajo de
la mesa”, expresó su hija Graciela explicando el motivo de
un homenaje con carácter público.
Nacido en San Fernando el 28 de octubre de 1923, Eduardo
Pimentel, el mayor de tres hermanos, tuvo que trabajar desde
los 15 años, luego de la temprana muerte de su padre.
Formado en el esfuerzo por los logros, dedicó su vida a su
familia, y a su gran familia, la humanidad.
En 1951 se casó con Mabel Zaffaroni, con quien tuvo 8 hijos.
Desde donde Eduardo Pimentel estuviera, practicaba la
militancia que le nacía desde dentro. En la década del ’50
vivía junto a su esposa y hasta el momento tres hijos en Mar
del Plata, allí militaba en la Acción Católica y en la
Democracia Cristiana.
En el año 1958 los Pimentel se mudaron a Ciudad Evita, un
barrio recientemente construído, donde obtuvieron una casa
gracias a un plan del Banco Hipotecario. “Los gobiernos
militares desalojaban casas y por eso mi padre creó el
Comité por la Familia; uno de sus temas era el territorio
familiar como lugar de pertenencia”, recuerda Pablo
Pimentel.
Luego del gobierno de Onganía, Pimentel comenzó a militar en
el sector revolucionario cristiano. Con el Partido
Intransigente formaron la Alianza Popular Revolucionaria. En
las elecciones presidenciales de marzo del ’73 se presentó
la fórmula Alende-Sueldo, que tuvo su correlato con Marcelo
Arabolaza y Eduardo Pimentel en la provincia. La Alianza
Popular Revolucionaria obtuvo el cuarto lugar.
El año 1975 fue el preámbulo del período más oscuro de la
historia argentina. La Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina) había comenzado a desaparecer y torturar gente,
bajo el mando directo de funcionarios del gobierno de Estela
Martínez de Perón.
Ante esta situación, el 10 de diciembre de 1975, Pimentel
junto a compañeros del Partido Comunista, socialistas,
metodistas, judíos y católicos fundó la Asamblea Permanente
por los Derechos Humanos (APDH). Entre sus miembros
fundadores estaban el Obispo Jaime de Nevares, Alfredo
Bravo, Adolfo Pérez Esquivel, Alicia Moreau de Justo, Raúl
Alfonsín, Oscar Allende, Emilio Mignone, Susana Pérez
Gallart, Jorge Novak, Aldo Etchegoyen y Simón Lázara.
Pero la lucha que lo ocuparía hasta el final de su vida –y
por la que Eduardo fue tildado de loco- comienza a fines de
1982 cuando a Ignacio Pimentel, uno de sus hijos menores, le
tocó hacer el servicio militar obligatorio. En plena
dictadura militar, Eduardo utilizó la patria potestad como
su arma de lucha para negarse rotundamente a que su hijo,
que había sido educado en el amor, aprenda el manejo de las
armas. Ni bien se enteró de que Ignacio había sido sorteado
para realizar el servicio militar, Pimentel le mandó una
carta documento al entonces presidente de facto, General
Bignone, diciendo que en ejercicio de la patria potestad de
su hijo, no daba la autorización para que realizara el
servicio militar. Pero la carta no tuvo respuesta.
“A Ignacio se lo llevaron los milicos en un coche. Lo
seguimos hasta un cuartel, y ahí mi padre llamó a la prensa
para anunciar que iniciaba una huelga de hambre. ‘Si no sale
del cuartel no dejo la huelga’, decía. Y al final fue
increíble, le pusieron ‘no apto’, fue el primer objetor de
conciencia público. Y así se creó el Fosmo, Frente Opositor
al Servicio Militar Obligatorio” relata Pablo.
El Fosmo luchó desde sus comienzos por la abolición del
servicio militar, amparó a los jóvenes objetores de
conciencia y a sus padres, formando un grupo de gente
dispuesta a luchar hasta que sea necesario. No está de más
recordar que el Fosmo no ha acabado su lucha, porque el
servicio militar no fue abolido, sino que en 1994 se ha
hecho voluntario, y no por ley, sino por decreto (978/95).
El 6 de agosto de 1984 el Fosmo realizó un acto frente al
Congreso previo a la presentación del proyecto de ley para
abolir el servicio militar obligatorio. La fecha fue elegida
para rendir homenaje a las víctimas de Hiroshima y Nagasaki.
Todos los que estuvieron presentes ese día recuerdan el frío
polar. “Hacía un frío terrible, estábamos en las escalinatas
de los monumentos del Congreso, y Eduardo tenía una camisa,
un pulóver, un ponchito y su clásica boina. Entonces le
dije: ‘Eduardo, qué hacemos con este frío, nos morimos
todos’ y el me dijo ‘pensá en los chicos, pensá en los
chicos que se murieron de frío’. Cada vez que tengo un
problema pienso en él y lo escucho decir, pensá en los
chicos”, recordó María Teresa Slate, miembro del Fosmo.
Eduardo cerró el acto y ese mismo día se enfermó de
neumonía. A los tres días, el 9 de agosto de 1984, falleció
en su casa de Ciudad Evita. Tenía 60 años. A veces la muerte
se adelanta. Pero Eduardo Pimentel había sembrado en tierras
fértiles, por eso trascendió de manera que la muerte no pudo
acabar con su tarea. Muchas personas que lo acompañaron en
su camino tuvieron más tarde diferentes roles en el estado y
ONG’s, y desde sus lugares llevaron a cabo las ideas de
Eduardo.
Su mujer, Mabel Zaffaroni, contó que integraron el
movimiento familiar cristiano, y manifestó que “es
fundamental formar familia, porque es la primer célula de la
sociedad, si la familia está sobre roca, como dice el
evangelio, por más vendavales que soplen, no nos vamos a
quebrar.”
Eduardo Pimentel consideraba a toda persona como su hermano,
y siguiendo el legado de Simón Bolívar, fue su deseo el
conformar una sola patria grande. En épocas de conflictos
con Chile, se le ocurrió comenzar por los países vecinos y
así se autodenominó el primer CHUAR,
Chileno-Uruguayo-Argentino.
Su hijo Ignacio recordó: “Mi papá hablaba de hermanos, y eso
incluía a todos, no sólo a los que estaban cerca de él. Al
llegar la democracia me dijo: ‘va a llegar el momento de
salir a defender los derechos humanos de los militares que
van a estar presos, que sigan presos pero que estén
humanamente presos’, un tipo que había luchado años por la
justicia contra estos hombres que mataban, hay que tener la
cabeza muy amplia para eso. ”
En 2005, por iniciativa de la actual Secretaria de Derechos
Humanos de la Provincia, Sara Derotier de Cobacho, se creó
por Decreto el Premio Provincial de Derechos Humanos
“Eduardo Pimentel”, “que distingue a una personalidad o
institución de reconocida trayectoria en el campo de los
derechos humanos que de manera cotidiana y perseverante
batallan por conseguir una sociedad más justa. El premio
simboliza la lucha y la labor en defensa de los derechos
humanos, como un reconocimiento del Estado hacia aquellos
ciudadanos comprometidos en el trabajo de reconstrucción de
los lazos sociales, en la lucha por la igualdad de derechos
y oportunidades, y por el respeto a la integridad del ser
humano y su identidad”. En el homenaje, Sara Derotier contó
que el premio Eduardo Pimentel representa su agradecimiento
por la enorme solidaridad de un hombre en tiempos de
dictadura.
Estuvieron presentes en el homenaje: Nora Cortiñas, de
Madres de Plaza de Mayo línea fundadora, Sara Delotier de
Cobacho, Secretaria de Derechos Humanos de la Provincia,
Héctor Polino, ex diputado socialista, Luis Farinello, cura
tercermundista, Aldo Etchegoyen, presidente honorario de la
APDH y obispo de la iglesia metodista, Susana Pérez Gallart,
miembro fundadora de APDH, Juan Manuel Peralta, ex senador
nacional de Paraguay, el pastor Arturo Blatezky, Referente
de Coordinación del Movimiento Ecuménico por los Derechos
Humanos (MEDH) –del cual Eduardo fue fundador-, compañeros
de la Democracia Cristiana, como Carlos Eroles y Alberto
Aramouni, compañeros del Fosmo, como Alfredo Grande,
Fernando Portillo, Eudoro Palacios, María Teresa Slate,
Silvia Ortega, amigos, vecinos y familiares de Eduardo
Pimentel.
Adolfo Pérez Esquivel, Padre Farinello, Eduardo Pimentel
PALABRAS DE AMIGOS Y COMPAÑEROS DURANTE EL HOMENAJE
Luis Farinello: “Eduardo fue de esas personas que te ayudan
a ser bueno.”
Fernando Portillo: “Al servicio militar lo han suspendido
por otro motivo, pero hubo diez años de siembra, de
predicación, para convencer al país de que no éramos
traidores, locos, vendepatrias y todo lo que nos dijeron,
había que salir a la calle en el año ’82 (…) No ha terminado
la lucha, el servicio militar está suspendido, no anulado”
Héctor Polino: “Lo de Pimentel fue una lucha heroica. Yo
rescato su coherencia, su consecuencia, su ejemplo de vida.”
Nora Cortiñas: “Las madres acompañamos al Fosmo, porque nos
daba terror que los chicos tengan que pasar por esos
cuarteles del horror. Eduardo nos acompañó y ayudó mucho,
teníamos casi la misma edad pero él era como un padre para
nosotras.”
Juan Manuel Peralta: “Eduardo decía, política es arte,
ciencia, virtud y habilidad para saber hacer el bien común.”
Alberto Aramouni:
“Fue testimonio de vida. Quienes militamos con él sabíamos
de sus convicciones, de sus ideales, y sabíamos que era un
tipo santo, y en la actividad política estas cosas no suelen
conocerse. Me inspiró para trabajar mientras fui diputado
nacional y provincial en lo que a él le preocupaba, el
derecho al territorio familiar y el déficit habitacional, el
drama en las villas de emergencia.”
Silvia Ortega: “El servicio militar no se suspendió por
Carrasco, se suspendió porque existió un Eduardo Pimentel
que se plantó contra el.”
A lo largo del homenaje se leyó una carta adhesión del
Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel: “Eduardo
nunca bajó los brazos, le guiaba el amor al prójimo. Nos ha
dejado su ejemplo, su entereza y alegría de sembrar la
esperanza. Fue un hombre justo.”
Fuente:
http://www.plazademayo.com/2011/08/eduardo-pimentel-un-hombre-que-vivio-su-pensamiento/ |