EL MUNDO BAJO AMENAZA DE LA CORPOROCRACIA
Por
Alberto Daneri *
Tiempo Argentino
25/11/11
Los imperios del
pasado invadían con una excusa: la religión o
civilizar, ellos sabían lo que hacían. Pero en los
EE UU la gente ignora que vivió del beneficio de
este imperio clandestino.
Todos intuyen que al
planeta lo gobiernan los mercados. Abatida, la gente
lo observa como a una cebolla, que termina de
pelarla y llora. Cree en los valores en los que se
educó y en el sistema financiero. Debido a ello sus
pueblos son utilizados, pues en Italia asumió sin
elecciones Mario Monti, economista de Goldman Sachs,
el banco republicano que originó la crisis de 2008 y
cuyos hombres son asesores de Obama. Y en España
ganó el ultraderechista Rajoy. Ni los dólares
existen, el 97% es electrónico y está en
computadoras. El dinero se crea con un pliego
secreto (Modern Money Mechanics) entre los bancos
centrales y la Reserva Federal de los EEUU.
Cualquier banco, por cada depósito recibido, presta
nueve partes de esa suma. Perpetuamente. Al crear de
la nada un dinero virtual, baja históricamente el
valor del dólar y se llama inflación, el impuesto
oculto. Igualar un dólar de 1913 exige hoy 22
dólares. Con la esclavitud física, la gente era
alimentada y alojada. Con la esclavitud capitalista,
se aloja y alimenta por sí misma. Endeudándose. Por
eso en los EE UU sus congresistas, reclutados por
lobbystas que les dan plata, exigen a la Argentina
que les pague a los fondos buitres. El presidente
John Adams (1735-1826) dijo: “Hay dos formas de
conquistar y esclavizar a una nación. Una es por la
espada. La otra, por la deuda.” ¿Cómo lo realizan
los EE UU?
Afirma John Perkins
(ex CIA, autor de Confesiones de un sicario
económico) que el FMI y el Banco Mundial armaron,
mediante sucesivos préstamos y privatizaciones, un
sistema de hegemonía en el mundo, y actúan para
endeudar a los países (como hoy a Grecia), de tal
forma que nunca puedan pagar su deuda. Luego ofrecen
refinanciarla abonando más intereses, a cambio de
“una buena gestión”: despidos, bajar los salarios y
las pensiones, privatizar los bienes (agua,
electricidad, gas, petróleo), votando a favor de los
EE UU en las Naciones Unidas y enviando tropas.
Ejemplo, a Irak. En fin, el llamado quid pro quo: te
ayudo si me ayudas. También, concediendo sus
sistemas escolares o penales (lo insinuó aquí Macri)
y aceptar que los contratos se diriman en los
tribunales de los EE UU. Un bosquejo que les brinda
dobles-triples-cuádruples beneficios. Argentina lo
padeció con un cuarteto: Menem, Cavallo, De la Rúa,
Duhalde. La Corporocracia “tiene el poder de un
emperador”, señala Perkins en un documental aquí
inédito, Zeitgeist addedum (2009, dirigido por Peter
Joseph). Controlan a los medios poseyéndolos, o con
la publicidad. Y a la mayoría de los políticos, al
financiar sus campañas con las corporaciones o
aportes personales. Recordemos a Robert McNamara: de
líder de Ford pasó a secretario de Defensa con dos
presidentes, Kennedy y Johnson; fue el gran
responsable de dos millones de vietnamitas muertos y
tres millones heridos. Se justificó, pero no varió
al ser (1968/1981) presidente del Banco Mundial.
Revela Perkins: “Lo
primero que hace un sicario es corromper presidentes
con préstamos enormes con los que intentamos
poseerlos. Si no aceptan, van los chacales a
asesinar. Y al nuevo gobierno le decimos la línea a
seguir; si no lo hace, el presidente sabe lo que le
pasará. La última fase es la de 1991 en Irak al
fallar las otras: enviamos a los militares. No
matamos a Saddam Hussein porque era un tipo fuerte
que dominaba a su gente. Creímos que podía vigilar a
los kurdos, mantener a los iraníes en su frontera y
bombearnos petróleo. Si obedecía, aún gobernaría.
Volvimos, lo sacamos y hacemos cosas lucrativas para
reconstruir ese país que destruimos.” Los imperios
del pasado invadían con una excusa: la religión o
civilizar, ellos sabían lo que hacían. Pero en los
EE UU la gente ignora que vivió del beneficio de
este imperio clandestino. “Y de que hay más
esclavitud que nunca antes”, dice Perkins. Todo se
inició en 1953, al entronizar al sha de Irán, pagado
por la CIA. Siempre usaron el mismo plan; enviaban
gente del FMI o del Banco Mundial. Para que nunca su
gobierno quedara unido a los derrocamientos. Si los
atrapaban, eran civiles.
Cuando Jacobo Arbenz
en 1954 intentó en Guatemala “devolver la tierra a
la gente” (acota Perkins), la United Fruit, ligada a
la CIA, lo derrocó. Armó una campaña diciendo que
Arbenz era un títere soviético y que Rusia entraría
en América. Lo destituyó la CIA con los militares
locales y el nuevo presidente “restableció todo para
las corporaciones”. A Jaime Roldós (presidente
1979/81 de Ecuador), Perkins lo amenazó: “Usted
puede ser muy rico, si con su familia juegan nuestro
juego. Pero si continúa con su política, se va a
ir.” Lo mismo le informó un editor de La Nación a
Kirchner al asumir. Roldós no escuchó y fue
asesinado: cayó su avión. En 1981 Perkins procuró
corromper a Torrijos en Panamá y este admirador de
Perón le replicó: “No necesito dinero, sino que EE
UU pague la deuda que tiene con mi país.” Soñaba con
ayudar a otros países, dijo su amigo Graham Greene.
E intuía que lo matarían: “Quizá yo sea el
siguiente, pero cumplí lo prometido, renegociar el
Canal de Panamá, que será nuestro.” Gobernaba Jimmy
Carter. “Me dio la mano –dice Perkins– y a los dos
meses una bomba estrelló su avión.” Asumió un nuevo
títere de la CIA (Noriega), hubo discrepancias e
invadieron, murieron 5000 civiles y el canal lo tomó
EE UU. El golpe de 2002 contra Chávez lo orquestó la
CIA: “Se pagó a la gente para salir a la calle a
protestar y decir que Chávez era impopular. Si
logras que unos miles lo hagan, la tevé puede
mostrarlo como si fuera en todo el país.” Reconoce
su fracaso: “Fue notable en Latinoamérica.” Tras los
600 conatos de matar a Castro, preocupa una avería
en algún avión presidencial.
A la manipulación
colectiva mediante el uso de deudas, sobornos y
golpes, la llaman “globalización”. La base: cuando
un país ya no puede pagar, imponen sus ajustes. 1)
Devaluación. Caen los bienes y los compran
extranjeros a una fracción de valor. Por YPF pagaron
3000 millones de dólares con bonos sobrevaluados y
ganaron 20 mil millones; 2) Recortes del gasto
social. En salud, educación y jubilación. Dejan al
pueblo vulnerable a la explotación; 3) Privatización
de empresas estatales. Pasan a manos extranjeras,
con fines de lucro; 4) Liberación comercial.
Eliminan restricciones a productos del exterior
(como hicieron Martínez de Hoz y Cavallo) y se
destruye a la industria local.
La Corporocracia es un
gobierno invisible y sus políticas son aplaudidas,
salvo por algunos países de Latinoamérica y miles de
“indignados”. No le inquieta el costo social y
ambiental, como el de la papelera Botnia en Uruguay
y su factible contaminación.
En 1960, la brecha
entre el quinto de población más rica del planeta y
el quinto más pobre era de 30 a 1. En 1998 era de 74
a 1 y hoy es de 90 a 1. El PBI subió en 1970/85 el
40%, pero en los países pobres sólo el 17 %. De 1985
a 2000, crecieron el 18% los que viven con menos de
un dólar al día.
Este mundo ya no
parece ser de naciones, sino de empresas.
Una “dictablanda” de
la élite poseedora.
Salvo que un país,
como Argentina, se reposicione en base al
crecimiento y al respeto internacional.
Como ahora.
Periodista
y escritor.