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Hugo Rafael
Chávez Frías
1954 - 2013

¡ Gracias
Libertador de la Patria Grande Latinoamericana por tu lucha ! |
NO A
LOS ASESINATOS SISTEMÁTICOS DE LUCHADORES
NO A LA
VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
NO A LA TRATA, NO A LA
PEDOFILIA, NO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO

¡ Ley anti sectas ya !
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Alicia
Moreau de Justo, defensora incansable
de
la igualdad de derechos |
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En
el año 1979 parte de las vivencias y trayectoria de esta
mujer aparecen narradas en el libro "Alicia Moreau de Justo
y Jorge Luis Borges" de Blas Alberti (Mar Dulce, Buenos
Aires: 1985)
Esta anécdota define en pocas palabras su
pensamiento y su lucha en defensa de la igualdad de derechos
de las personas. Pero además, esta anécdota que narra un
hecho transcurrido hace 90 años demuestra tristemente que a
pesar de tanta lucha, casi un siglo después, las cosas
parecen haber cambiado muy poco.
"...SOCIEDADES MENOS CRUELES QUE LA NUESTRA..."
"Era mi día de guardia. Veo una pobre mujer, ya entre
cuarenta y cincuenta años pero sumamente desmejorada, que
estaba sentada sobre los escalones que conducían a esa sala,
sala de guardia. La hice entrar y entonces me contó que ella
era sanjuanina y que había venido de San Juan para hacerse
curar, que no tenía familia aquí, que toda su familia la
había dejado allá, que andaba perdiendo sangre. Entonces yo
le hice un rapidísimo examen y me di cuenta que tenía un
tumor uterino que ya estaba en las últimas. Entonces la hice
entrar en la sala, sabiendo que era imposible operarla; pero
no la podía dejar en la calle. La hice sentar, acostarse, le
expliqué a la enfermera que me ayudaba lo que había que
hacer. Le di una inyección para calmarla, alimentos, en fin,
lo que se podía hacer. A la mañana siguiente me encontré con
mi jefe, muy enojado conmigo. ¿Por qué había yo recibido a
esa mujer, que yo debía saber que era inoperable? Le conté
la historia. No la podía echar a la calle. «Bueno, tómela de
secretaria y arréglese con ella».
Y entonces hablé con esa enfermera y le dije: «¿Qué podemos
hacer con ella? Vamos a calmarla, a tranquilizarla, a
pasarla un día o dos, que por lo menos el cansancio del
viaje y la mejor alimentación... Y después vamos a buscar
dónde llevarla». Había entonces un hospital que ahora ha
desaparecido, donde se mandaban todos los incurables. Yo no
podría ahora localizarlo, porque son recuerdos de tantos
años... si no hace setenta años...
Y no solamente me impresionó, me dio lástima, sino que me
indignó el comprender que el servicio hospitalario tenía,
forzosamente, muchísimas deficiencias. Y entonces esa
enfermera, muy buena, la llevó. Yo pagué el coche para
llevarla, le hice un pequeño regalo a la enfermera y se fue
así. A morir. Indudablemente, pensaba yo, el cadáver habría
ido a parar al anfiteatro del hospital y habrá ido a parar a
la basura. Es decir que tuve la sensación, allí, de lo que
es el final de ciertas vidas. Una mujer así, rica, hubiera
sido rodeada por médicos, llevada a una sala para que fuera
operada, todo le habrían dado para, por lo menos, aliviar su
sufrimiento físico y moral. Esa pobre mujer había tenido que
viajar desde San Juan. Yo me imaginaba lo que había sido ese
viaje sentada, porque entonces no se habría podido pagar un
camarote. Y cómo fue el final, soportando el dolor y la
hemorragia durante ese viaje, un día y una noche por lo
menos.
Entonces, la idea de la injusticia social, de las tremendas
deficiencias que tiene nuestra organización social me
hirieron profundamente y me convencieron, cada vez más, que
la sociedad tiene que ser transformada y que esas
injusticias, esas deficiencias, no deben existir. Aparte del
perfeccionamiento científico, profesional, que permite un
examen mucho más temprano, como se ha llegado a hacer y
actualmente se hace, y todo lo que se puede hacer ahora para
evitar la enfermedad, para prevenir, etcétera. Pero aparte
de eso era esa sociedad en donde esa desgraciada mujer había
tenido que vivir. Y pensé que tal vez las sociedades
animales eran menos crueles que la nuestra.."
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APUNTES BIOGRÁFICOS
Había nacido el 11 de octubre de 1885 en Londres, Inglaterra
donde sus padres, comuneros franceses Armando Moreau y de
María Denanpont se hallaban exiliados. Luego de recorrer
varios países europeos llegaron a Bs As en 1880 y en medio
de una gran corriente inmigratoria trayendo como bagaje los
ideales que por entonces estaban creciendo en gran parte de
Europa. Los inmigrantes más politizados, se agrupaban por
afinidad ideológica y nacionalidad.
La familia Moreau educa a su hija sin los prejuicios de la
época.
Desde muy pequeña acompaña a su padre a reuniones políticas
y demuestra una enorme curiosidad intelectual y un vivo
interés por el mundo. Esta mujer confesó que su padre había
desatado en ella una pasión. Lo hizo con rodeos, era una
socialista científica al fin. "Lo que hice fue en gran parte
posible porque me abrió la puerta mi gran amigo, mi padre",
decía Alicia. "Fue un gran compañero, un gran amigo. Cuando
empecé, él me acompañaba siempre. ¡Me llevaba de la mano!".
En la Escuela Normal tuvo como profesor de educación cívica
a Hipólito Yrigoyen. Estudió un año de psicología y luego
completó los estudios de medicina.
Aún era muy joven cuando comenzó a recorrer con valentía los
barrios de Barracas, Pompeya y todo el suburbio de Buenos
Aires, llevando a los trabajadores su voz en defensa del
trabajador y su familia, su denuncia de las enfermedades
sociales y la necesidad de desarrollar la educación. El año
1906 marcó la iniciación en su vida política al participar
en el Congreso Internacional de Libre Pensamiento. Allí
presentó su primer trabajo sobre educación. También, en ese
mismo Congreso, conoce a quien sería su primer amor, un
español de Santander que había llegado a Rosario a los ocho
años con su padre republicano. Su nombre era Enrique Del
Valle Iberlucea, la llevó con él a todas partes: a La Plata
donde era secretario de la Universidad, al periódico La
Vanguardia que dirigía, al Ateneo Popular como secretaria. A
su lado conoció a los líderes del socialismo mundial: Enrico
Ferri, Vicente Blasco Ibáñez y Jean Jaurès, el gran
pacifista.
Con el objetivo de luchar por la conquista de los derechos
civiles y políticos, organizó junto a Sara Justo y a la Dra.
Rawson de Dellepiane, el Centro Feminista. Desde esta época
se unió a los socialistas, sin afiliarse al partido,
realizando una gran labor educativa con los trabajadores y
sectores más desprotegidos en los centros, bibliotecas y en
la Sociedad Luz, que fue la primera en organizar en Buenos
Aires la enseñanza popular.
Ingresó en la Facultad de Medicina en una época en que la
presencia del sexo femenino era una excepción. En esos
momentos el tema de la educación era una de sus
preocupaciones supremas. En 1909 participó activamente en el
Congreso Popular de Educación y en 1910 fundó junto a otros
compañeros el Ateneo Popular, asociación de extensión
secundaria y universitaria.
Al lado de otras dos mujeres obtuvo su título de médica,
verdaderas pioneras en su tiempo. Junto a una de ellas,
Cecilia Grierson, organizó el Primer Congreso Femenino
Internacional.
En 1911 inició una campaña para fundar escuelas para
inmigrantes. Vivió las emociones de la Primera Guerra
Mundial manteniendo una actitud antiarmamentista y de lucha
por la paz. Bajo el gobierno de Hipólito Yrigoyen difundió
el pensamiento socialista junto a Alfredo Palacios, Juan B.
Justo, Nicolás Repetto y otros.
Fundó en 1918 la Unión Feminista Nacional, cuyos principios
eran: elevación de la mujer en todos los planos,
emancipación civil, creación de comités para el mejoramiento
de las condiciones de trabajo, sufragio femenino. A través
de los años, realizó una campaña permanente para que se
concreten los sucesivos proyectos presentados en la Cámara
sobre emancipación civil y sufragio femenino, que tuvieron
su concreción el primero en 1926 con el proyecto de Mario
Bravo y el segundo en 1947 con la sanción de la ley.
En 1919 fue representante Argentina en el Congreso
Internacional de Obreras de Washington, y delegada al
Congreso Internacional de Médicas en Nueva York. En uno
defendió todo lo referente al trabajo de mujeres y menores;
en el otro contribuyó con el tema de la prostitución y de la
educación sexual.
Se afilió al Partido Socialista en 1920, integrando el
Comité Ejecutivo del mismo, alentando a las mujeres para que
ingresen a la política. En 1921 fallece Del Valle.
En
la redacción de La Vanguardia, Alicia había conocido un
tiempo antes al mítico fundador del Partido Socialista, con
quien debió encontrarse en la facultad en 1906. La extraña
fundación había ocurrido en 1893 cuando sólo cinco hombres
respondieron a un aviso de la Agrupación Socialista en el
diario La Prensa, y se reunieron en el Café Francés. Engels
le había corregido a Juan B. Justo de puño y letra la
primera declaración y los estatutos, y él había vendido su
coche para afrontar los gastos del primer número del
periódico. Alicia reconoció en ese cirujano notable
"condiciones superiores", combinaba al hombre de ciencia y
al político, algo que tanto la fascinaba.
A los veintinueve años había traducido el
primer volumen de El Capital y en 1905 había fundado El
Hogar Obrero, según el modelo de cooperativa de edificación
de Dayton, Ohio. Sabía seis idiomas, introdujo la asepsia
quirúrgica y fue el primer cirujano de América en practicar
cirugía de cerebro. El "maestro" emprendía todo con un rigor
implacable. Para estudiar el problema agrario, se había
establecido en Junín cuatro años con su primera mujer y, en
sus conclusiones, proponía la eliminación del latifundio con
impuesto progresivo a la tierra como en Nueva Zelanda. Por
estas ideas a los socialistas les decían utópicos.

El Hogar Obrero fue fundado el 30 de julio de 1905
En 1922 se casa con Juan B. Justo siendo dos relevantes
personalidades, en ese momento, del país. Tuvieron tres
hijos.
En
1925 las feministas obtienen la reglamentación del trabajo
de mujeres y niños. En 1926 se sancionaron los derechos
civiles de la mujer.
Alicia constituyó las agrupaciones Femeninas
en los Centros Socialistas con el objetivo de incrementar la
participación política de la mujer.
En 1928, en su chacra de Los Cardales, cuando salía a pasear
con el sacayuyos, Justo muere de un edema pulmonar.
Hasta entonces había una gran resistencia dentro del Partido
hacia la mujer que podía entrar a la ciudadela del poder y
discutirlo.
El día de la muerte de Justo, Alicia tomó una
decisión: dedicar el resto de su vida a trabajar en él. Esta
decisión política implicaba la reserva absoluta de los
sentimientos, el ocultamiento de la soledad.
De 1945 es su libro “La mujer en la Democracia”. Pese a sus
disidencias con el gobierno del General Perón, se alegró
profundamente por la victoria de las mujeres al concretarse
el sufragio femenino ( ley 13010 promulgada en septiembre de
1947).
En 1952 fue candidata a diputada, aunque no llegó ni
siquiera a votar por los problemas que se suscitaron entre
el gobierno y la oposición, que se acentuaron con la
destrucción de la Casa del Pueblo, su biblioteca y los
talleres de La Vanguardia.
Aún en la clandestinidad, siguió escribiendo sobre la
influencia social de la mujer y la necesidad de su
incorporación a la acción política y, a través de los años,
su lucha por que ellas desarrollen funciones comunales, fue
incesante.
Con sus noventa años, se encaminó resueltamente en la lucha
por los derechos humanos, en el tiempo de su mayor vejación
y fue una de las fundadoras de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos.
Al festejarse sus cien años en octubre de 1985, las salas
del Teatro Coliseo se vieron colmadas por un público
proveniente de todos los sectores políticos y sociales, y
fundamentalmente de la juventud. Esta demostración marcaba
quien era Alicia Moreau de Justo: la síntesis de la
consecuencia a través de toda una vida con los principios
que abrazara en su juventud.
Falleció el 12 de mayo de 1986.
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"Y pensé que tal vez las sociedades animales eran menos
crueles que la nuestra.."
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Fuentes
consultadas: Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC)
Biografías (M Caglini) , Mujeractual, Mujeres Argentinas" El lado
femenino de nuestra historia (M. Cichero)
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